¿Cuántas veces le pones atención a las conversaciones que tienes contigo mismo? La gente del servicio de habitación me recuerda a mi familia. Sonríen, son amables, me tratan bien, me hacen sentir que soy el mejor chico del mundo hasta que se dan cuenta que mi propina es una miseria. Mi familia hace lo mismo en las navidades: lucen interesados por mi bienestar, consultan por mis asuntos, parecen preocupados por algunos, parece que me quieren, hasta que se dan cuenta que no tengo regalos para darles. Sin embargo, en esta ocasión deseé haber tenido más dinero para darle a la chica que me atendió, pero solo me quedaban esos 2 dólares arrugados en efectivo. (Aunque debió contentarse, en Estados Unidos es de buena suerte tener, recibir y regalar un billete de 2 dólares). También deseé tener el valor de haberle pedido que se quedara conmigo a hacerme un poco más de compañía. Ella era muy linda y logró llamar mi atención cuando me contó sobre la presentación que estaba preparando ...
Este espacio es dedicado a todas estas historias que alguna vez vivimos y pensamos en en escribir, pero que luego olvidamos hacerlo. Es una oda a mi infancia, mi vida en Honda, mi paso por el colegio y mis más añorados recuerdos.