Debo admitir que, aunque amo profundamente a mi equipo de trabajo y he disfrutado y agradecido al máximo siempre su presencia, los mejores compañeros de oficina que he tenido en mi vida son mis gatos. Soy de los que piensa que no se tiene que estar buscando siempre el lado bueno de las cosas en todo. Eso no brinda equilibrio y daña la esencia de lo que tiene que ser. Bajo esa lógica, entonces siempre tendríamos que estar buscándole el lado malo a las cosas buenas. Las cosas malas son cosas malas, muy pocas de ellas tienen algo positivo. Así como las cosas buenas son cosas buenas y muy pocas de ellas tienen algo negativo. No hay dolor, tragedia o mal que sea justificable para obtener algo bueno a cambio, y sí es así, entonces es un precio muy caro que hay que pagar, está contaminado y al final no será tan bueno. Nunca podré verle ese sentido a la vida porque me parece confuso. Menos cuando meten a Dios en ello con esa frase de "mi Dios sabe cómo hace sus cosas"
Este espacio es dedicado a todas estas historias que alguna vez vivimos y pensamos en en escribir, pero que luego olvidamos hacerlo. Es una oda a mi infancia, mi vida en Honda, mi paso por el colegio y mis más añorados recuerdos.