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Mostrando las entradas de noviembre, 2016

Maldito ‘Chacaneto’ capítulo V: El desboque de ‘El Colorado’

El tiempo pasó, y el asunto fue olvidado. El encierro en el pozo viejo y seco le provocó una amnesia temporal a ‘Chacaneto’, quien olvidó por completo la razón por la que estaba que mataba esa noche. En cambio, al despertar, pensó que se había caído ahí preso de la borrachera y feliz porque había celebrado su conquista. La gente del pueblo, que advirtió esto, prefirió no recodarle nada, y cuando se encontró con el borracho al que había agredido y dejado sin dientes, le hizo una broma, sin saber que él había provocado la usencia de la sonrisa de aquel pobre hombre. Todo siguió y fue así como ‘Chacaneto’ se casó con Mariela. Fue así como de la noche a la mañana pasó de ser un buscapleitos cualquiera del pueblo, a ser un buscapleitos de los más ricos de la vereda. Todo lo que trabajó Micancio en su corta vida llegó a sus manos como un regalo del destino. Como si la vida le hubiera recompensado todos esos huesos rotos que fue dejando en sus pleitos, todos esos amoríos inconclu

Maldito 'Chacaneto' Capítulo III: Porque te quiero, te aporreo.

           MALDITO CHACANETO. CAPÍTULO II : EL MÍTICO ORIGEN DE‘CHACANETO’ Pero casarse no era lo único que debería hacer el ‘Chacaneto’. Pese a ser la opción desesperada de Mariela, este personaje tenía competencia. Sí, ella era bastante bella, además de contar con la fama de haber sido solo de un hombre, algo muy inusual en la vereda donde vivían. Todos la cortejaban, por eso Micancio sufría tanto. Por eso no la dejaba salir sola. Allí donde ella llegaba las miradas se detenían. Era hermosa, tal como lo es el ocaso en agosto. Era atractiva y atlética, pese haber parido ya a tres muchachos. Era simplemente un lucero que se postró en la tierra para vivir, y, además, era millonaria. Sin embargo, muchos de esos que la cortejaban, solo querían pasar el tiempo. Su encierro y su devoción a su marido la convirtieron en una leyenda, en un objeto de deseo. Desde los hacendados más adinerados, hasta el más humilde capataz, soñaban con quitar sus vestidos y descubrir su desn