Y las noches son tan cortas para hablar. Pareciera que nos fuéramos a quedar sin palabras de tanto que las usamos. La distancia se acorta y te siento al lado, sentada en mi cama, cocinando mi cena, saliendo del baño para ir a darme un beso con tu nariz, acostada en mis piernas. Te puedo ver fijamente a los ojos y recorro con mis dedos tu hermoso rostro. Me detengo a contar tus lunares en el pecho y te muerdo el pelo. Tú haces esa cara de consentida, te enroscas y los ojos te brillan como la noche en la que bailamos por primera vez. Me gusta contarte historias y que me cuentes las tuyas porque te he podido aprender a conocer gracias a ellas. Me hace feliz saber que estás en mi vida. Por fin tengo con quien gastarme los minutos del plan de mi celular y te llamo como un loco que nunca ha usado un teléfono en la vida, aunque realmente me gustaría que los minutos de mi vida fueran ilimitados para poder gastármelos todos contigo.
Este espacio es dedicado a todas estas historias que alguna vez vivimos y pensamos en en escribir, pero que luego olvidamos hacerlo. Es una oda a mi infancia, mi vida en Honda, mi paso por el colegio y mis más añorados recuerdos.