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Una Noche en Taganga


Era la última  noche de nuestro paseo y de repente, se acercó al grupo un hombre de mediana estatura. Lucía desgastado y cargaba una barba sucia en su rostro, su pelo también se veía igual. Tenía en sus manos un gato como de 3 meses de edad, una mochila con los colores de la bandera de Colombia y una camisa que antes era blanca, pero que con el desgate y el mugre ya era amarilla. En la mitad de esta, tenía escrita la palabra ¨oum¨ con un marcador.

Su nombre era Luis, lo primero que le dije a Mariana es que se me parecía a Fito Paez, obviamente con un trajín de vida mucho más agitada y llena de necesidades. – Tienes razón- me dijo sonriendo mientras lo miraba detalladamente. Nuestro Fito se nos acercó, pidiendo latas usadas. Esa noche, sólo teníamos unas 6, que eran de unas bebidas energizantes  que habíamos tomado horas antes.

Me causo una curiosidad enorme su manera de hablar, de forma lenta y parsimoniosa se desprendían las palabras de su boca. Pude notar que le hacían falta todos los dientes del frente, entonces con el presentimiento de que escucharía una buena historia decidí invitarle a un trago de Champaña. – Amigo, desde hace muchos años no pruebo este trago, podría astillarme la boca. La Champaña es un licor muy elegante, muy glamuroso… hasta romántico, veo que todos lo están disfrutando-  dijo tímidamente Luis y terminó aceptando el trago.

En efecto todos estábamos disfrutando del licor y del momento, tanto así que mis amigos no se percataron del extraño, estaban embriagados con el sonido mágico de las olas que golpeaban la playa y con las estrellas que se colgaban una a una en el firmamento. Sonaba buena música, y las carcajadas estallaban cada dos minutos, y la noche se sentía joven y eterna.

Yo también disfrutaba de eso, Taganga es un lugar escapado de la realidad. El padre Lineros, un día dijo ¨El cielo está en Taganga¨ y creo que fue la descripción más cercana que pude encontrar en ese momento para represéntala...

Luis seguía hablando, con ademanes amanerados, casi bailando con el vaso de licor que sostenía en su mano derecha. Noté que su animalito se había refugiado en su mochila, hecho que enterneció a Mariana.  Nos preguntó de dónde veníamos, si conocíamos el significado de la felicidad, si queríamos cumplir nuestros sueños. Nosotros rápidamente resumimos nuestra historia de turistas y evitamos hablar del otro tema, pues una conversación trascendental a esa hora de la noche, en medio de la playa, debajo de las estrellas, al calor de la champaña, podría desembocar en  otros sentimientos.

De repente mis amigos se percataron de nuestro silencio y descubrieron al extraño parado charlando con nosotros. Carolina se nos acercó y de la manera más discreta posible para ella (que obviamente no lo fue) nos regañó- ¿ustedes que hacen hablando con ese tipo? Marica puede ser peligroso, dejen de joder e intégrense -. Pero Luis ya nos había cautivado y queríamos saberlo todo de él.

Le pregunté porque llevaba ese letrero en su camisa- es el sonido del universo. Todos piensan que es ¨bum¨ pero es ¨oum¨ y por ese motivo Colombia, mi Colombia, es el país más importante y bonito del mundo porque lleva en su nombre el sonido del universo-. Miró al firmamento, alzó sus manos y celebró lo que acaba de decir con un gesto de gloria.

Supimos entonces en la conversación, muchas cosas de Luis. Que no era de la costa, sino de Bogotá. Que había ido a la universidad y tenía familia, pero que un día se cansó de vivir en lo que dicta la sociedad, descubrió el verdadero sentido de la vida para él y decidió marcharse dejándolo todo. El primer destino de su travesía fue la ciudad de Miami, allí se quedó unos años vagando por las playas y coleccionando historias. Después bajó a centro América y estuvo en Cuba, en Jamaica, en Puerto Rico y en otros lugares que él no recuerda. Su recorrido duró un par de años hasta que llegó a Barranquilla, allí vivió una larga temporada, fue muy feliz, conoció al amor de su vida y se encontró a sí mismo.

Mariana reía cada vez más escuchando a lo que mis otros amigos ya empezaban a llamar payaso. Y mientras terminaba otro trago de Champaña lo cuestionó abiertamente- y entonces Luis, ¿usted que hace acá si era tan feliz en Barranquilla? ¿Qué pasó con su mujer?- Luis suspiró y lanzó una sonrisa llena de melancolía y dijo- dejé a mi mujer y me vine de un día para otro. Aquí pude encontrar tranquilidad y vivo contento, estoy de paso, a veces salgo a otros lugares pero siempre regreso, no se cuando me vaya, pero he viajado mucho-

No pude quedarme con la intriga de lo que había sucedido con su mujer, su respuesta atolondrada y a regañadientes me dejaron dudando así que le volví a preguntar - ¿Qué pasó con su mujer ?-.  Él me miró con ojos tristes, fue la primera y única vez que lo mire fijamente a los ojos. Después pidió un poco de Champaña y nos contó su trágica historia de amor, una de las más locas que he escuchado en toda mi vida.
- Para mi el amor de la vida es uno sólo y cuando yo la conocí, supe que ella era el mio. Sin embargo, le pedí un hijo y no quiso dármelo. Por eso la dejé, porqué si ella no me lo daba, nadie más me lo podía dar. Me volví gay, o bueno descubrí que también me gustaban los hombres y ahora ando con una pareja con la que tengo sexo y comparto cierto tiempo- confesó el doble de Fito Paez para nuestra sorpresa.
– ¿Y por qué no buscó otra mujer? Le preguntó asombrada Mariana.-Yo pienso que cuando uno encuentra a la mujer de su vida, ya no se puede volver a meter con ninguna otra. Eso no tiene sentido. Es cómo la historia de Adan y Eva, ellos dos fueron hechos el uno para el otro y para nadie más. Cuando uno encuentra a su Eva, y las cosas no resultan, ya nada más puede pasar..- respondió Luis lleno de melancolía y sin gota de licor en su vaso que recién se había llenado.

Quedé maravillado con su respuesta. Tenía mucho romanticismo como locura, pero reflejaba a su vez más que todo, lealtad a lo que había sentido por el amor de su vida. Mis amigos estaban molestos, y yo les di  la razón. Había pasado casi una hora en la que Mariana y yo nos habíamos salido de su ambiente y sumergido como un par de niños en la historia de Luis. Así que decidí cortar de una vez la conversación manifestándole lo mucho que nos había agradado conocerlo y deseándole suerte. Él expresó lo mismo, y sacó de su mochila a la gata, que había recogido recién nacida y  a la que había bautizado Colombia. Le pidió a Mariana que la sostuviera por un momento mientras sacaba unas manillas de su bolsillo hechas con los colores de la bandera de Colombia y no las obsequió colocándonoslas en la mano derecha de cada uno. Volvió a mencionar lo del sonido del universo y lo bello que le parecía el país y nos deseó suerte

- Lo único malo que tiene este país, somos los colombianos. Los colombianos somos gente mala. Mira mis dientes, me hacen falta en su mayoría porqué muchas veces, la gente borracha que va por la calle me ve acostado en el suelo y comienza a patearme de la nada. Afortunadamente mi dentadura postiza ya está a punto de terminarse-  contó Luis tomándose el último trago que le regalamos.

Antes de partir nos dijo que meses atrás habían atracado a dos turistas extranjeros que solo llevaban puestas bermudas, cinturón y sandalias. Los atracadores al no encontrar nada de valor, decidieron golpear a los foráneos y despojarlos al igual de sus cosas, aunque estas las tiraron al risco donde duerme Luis.- lo que no se percataron los ladrones, es que los cinturones eran doble 'fax' y ahí era donde guardaban el dinero los pobres muchachos. Me encontré 900 euros y con eso mande hacer mi dentadura de oro con los colores de mi Colombia-

Quedamos muy distraídos con el personaje que acabábamos de conocer y quisimos contarles todo a nuestros amigos, pero ellos no estaban interesados. - Vaya coma mierda, más bien peguemolo- me dijo  mi querido amigo 'Corcho' con su ternura habitual, la cara de fiesta y el alma bohemia.  Así que nuevamente nos conectamos con la noche y seguimos la rumba en la playa.

Nos tomamos 25 botellas de Champaña y cada vez que se destapaba una, tenía alguien que salir corriendo a buscar el corcho que salía disparado a estrellarse con el mar. Cuando el  trago se acabó fuimos por 2 botellas más de whisky porqué 'Corcho' mi amigo quería "algo fuerte pa' que lo cojiera rápido". La borrachera nos alcanzó y con eso la locura.. nos metimos al mar a hacer concursos del que flotara más, inventamos otros juegos que no recuerdo y nos sumergimos en una fiesta mágica de baile difícil de igualar, nada nos preocupaba.

En Taganga, la policía no molesta, son simplemente figuras que caminan por la playa tratando de demostrar que la ley rige allí. Pero todos saben que no es verdad. Parece un puerto libre en donde se puede consumir droga y licor sin ningún problema, algo muy atractivo para los extranjeros. El sexo se da, si quieres, detrás de una cicla y conocer gente a cada instante es obligatorio por eso conocimos dos ingleses que venían de  Montanita Ecuador en una travesía por Latinoamérica, ambos coincidieron que de todos los lugares que habían visitado, el pueblo de los pescadores era el mejor en el que habían estado- la droga es muy barata y muy buena-. Afirmaron los británicos.

La noche pasó rápido, la promesa de eternidad nocturna se desvaneció cuando el cielo fue aclarando y el sol se puso encima de nosotros. Sin embargo seguían llegando personas, italianos, turcos, españoles, israelitas y barranquilleros. Un grupo folclórico de música de tambores que se había instaurado desde las 4 de la mañana continuaba tocando y cada vez que querían descansar la gente le llenaba de billetes y monedas el sombrero que ellos ponían para recaudar dinero y no los dejaban ni sentarse. Mis amigas intentaban aprender a bailar las agitadas canciones que sonaban, El Gordo Amaya tocaba los tambores, Corcho le hablaba a una desconocida de lo lindo del paisaje y yo añoraba que fuera de nuevo noche para vivirla una vez más en Taganga. ..

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