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Vote bien, en sus manos está el futuro de su pueblo


Ya no más quejas majaderas y críticas estúpidas. Ustedes son los dueños de sus destinos y los culpables de lo que pasa. Sí, ustedes, los que votan, los que eligen.

Durante los últimos años hemos visto un desacelerado crecimiento de Honda Tolima, empañado por la corrupción y las malas intenciones de personajes que decían querer el pueblo.

Hemos visto como maquillan y como roban descaradamente. Como unos pocos, tan sólo unos pocos y los mismos de siempre, inflan sus arcas de dinero mal habido, dinero que estaba destinado al desarrollo del pueblo, pero que es hurtado con el consentimiento de todos, pues el silencio es el peor de los cómplices.

Las quejas por las redes sociales no sirven de nada, las palabras y reclamos y todo lo que ponen, son sólo adornos si no van acompañados de acciones reales, y la primera acción real y efectiva es elegir bien.

Vender el voto es vender su dignidad. Es rebajarse a un peso, es ponerse precio (y barato).
Todos los políticos en campaña son como un hombre en cortejo, bonitos hasta que logran su cometido, después ya aparece la patanería porque hay fastidio.

Sí usted cree que una teja de zinc y un bulto de cemento va a suplir en plan de desarrollo de infraestructura, y que una canasta de cerveza va a suplir el plan de bienestar, y que un plato de lechona o de tamal va a suplir el plan de subsidio alimenticio, vote por el que le da eso, pero dese cuenta como el resto de los cuatro años va a seguir pasando necesidades.

Pensar individual cuando se hace parte de una comunidad es un acto que va en contra de la supervivencia y la evolución.

Hay que pensar en grupo y para el grupo, porque si a los demás les va bien, a usted también le va a ir bien. La puta envidia y la avaricia ridícula, esa de querer arañar riquezas de oro golfi, son las que nos tiene jodidos.

Así que estas elecciones, tómese el tiempo de averiguar y de preguntar todo lo que tenga que preguntar, invierta en su futuro y en el de su pueblo. No sea pendejo ni pendeja que mientras a usted le dan un tamal ellos cogen lo de mil millones de tamales.

No sentencie más a su ciudad ni a su pueblo al retroceso y al desaceleramiento. ¿Acaso no le duele verla en ruinas? ¿Verla en basura? ¿Verla inundada de ratas y de hampones?

La culpa de lo que pasa con nuestra ciudad, o nuestro pueblo, la tenemos nosotros, porque los políticos no se vuelven ladrones cuando llegan al poder, somos nosotros los que ponemos los ladrones en el poder.

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