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La maldicion de los Vargas Nieto: Capítulo I 'La boda'



Jorge Vargas estaba nervioso. Tanto como si un verdugo lo estuviera esperando y solo le quedaran los últimos minutos de su vida. Fumaba un cigarrillo tras otro y caminaba rápidamente cortas distancias de aquí para allá. No lograba hablar con claridad, sudaba frío y lucía pálido, más de lo acostumbrado. Jamás se le vio igual, excepto ese día en el que temió que su hermana perdiera la vida. Roberto lo acompañaba. Lo miraba de reojo y sin decir mucho. Le brindaba los cigarrillos y se los prendía, y cada vez que se acababa uno, le regalaba un chicle para que no se le fuera a quedar el aliento impregnado de humo.

-Anda, tomate un trago, te va a servir. Uno solo, un buen trago de whisky te va a calmar un poco. - Le invitó Roberto a Jorge.

- ¿Uno solo? Necesito toda la botella.

-Te la daría, pero luego me matarían a mí también.

Jorge no iba a morir, solo se iba a casar, que era como si se fuera a morir en vida, pensaba Roberto. Pese a estar seguro desde hace mucho tiempo de su decisión, pues compartió con su novia más de cinco años de relación, Jorge estaba nervioso. Sabía que una vez el padre dijera “los declaro marido y mujer”, su vida cambiaría para siempre, ya no habría retorno y jamás nada volvería a ser igual. No era precisamente negativo, pero sí lo asustaba.

Creo que el cazador más valiente y el soldado más rudo, también estuvieran sintiendo lo mismo que yo, pensaba Jorge mientras su garganta se quemaba con el trago de licor añejado 18 años que le consiguió Roberto.

Los minutos pasaron y la angustia de Jorge cambió. Ya no estaba asustado porque se iba a casar, ahora lo afanaba la idea de que tal vez eso no sucediera, pues la novia, que debía estar hace quince minutos en el recinto, no llegaba. Los minutos pasaban y el whisky y los cigarrillos ni siquiera servían de placebo para su trauma.

- ¿Qué será lo que pasa que no llega? Preguntó Jorge mirando el reloj

- Nada, tal vez le pasó lo mismo que a ti. O tal vez la secuestraron. Sí debió haber sido eso: un secuestro. Llegar hasta esta loma, en esa carretera, a esta hora, da para secuestro.

- Cierra la boca o lárgate. Tus disparates a esta hora no son bienvenidos. No ayudan en nada.

-Quiero que te calmes. ¿Por qué no oímos cómo va el equipo?

-Mejor. Prende la radio.

Los demás llegaron y se encontraron con Roberto y con el novio, que sudaba como si acabase de llegar de una maratón. El partido estaba en juego y el locutor extasiado de emoción narraba los últimos minutos. El marcador estaba en tablas pero el equipo de Jorge tenía que ganar para poder clasificar. Vaya, una preocupación más, de nada sirvió encender la radio, pensó el novio nervioso mientras agitaba el vaso que ya había llenado tres veces de whisky.

Un carro negro y antiguo apareció. Dentro de él estaba la novia. La vida pareció regresarle a Jorge, que después de corroborar que su prometida había llegado, recordó porqué estaba nervioso desde un principio. La intranquilidad no le dio tregua.

Roberto le pasó la mano por los hombros y lo dejó en compañía del padrino para que hablaran de las cosas que los padrinos hablan con los novios antes de la boda. Caminó con la botella de whisky por un camino empedrado mientras observaba los lirios que adornaban la entrada a la capilla. El aroma de las flores le impregnó la nariz y mientras tomaba aire para poder oler mejor, le pareció que olía a lluvia.

Luego vio que un camarero atravesaba un pasillo dentro del club y lo llamó con prudencia para entregarle la botella que tenía en la mano. Prendió un último cigarrillo antes de ingresar a la capilla y le pidió a un amigo que le guardara puesto en la banca, que estaba ubicada al lado del novio. Una vez dentro, con todos los invitados en sus puestos, Jorge entró junto al padrino y caminó por todo el tapete rojo en la mitad de las bancas hasta el altar. Allí aguardó a su futura esposa mientras la orquesta tocaba 'Viva la vida' de Coldplay.

Todos los ojos del lugar se centraron en ella, la novia, que vestía de blanco y que lucía tan radiante como un lucero en una noche clara. La sonrisa de satisfacción que cargaba no podía disimularse y a Roberto le pareció agradable esto. Pese a no creer en el matrimonio, disfrutaba que su amigo de toda la vida hubiera encontrado su alma gemela. Los novios se encontraron y el padre inició la ceremonia.

Antes de tomar asiento, Roberto pudo sentir que le caía una mirada desde la banca que estaba adelante. Disimuladamente subió sus ojos y empezó a encontraste con un abrigo negro y luego con un pelo negro, largo y lizo. Subió un poco más su mirada con la ayuda de su cabeza y vio que aquella mujer de cejas gruesas le miraba de reojo y le sonrió.

Nunca antes la había visto. Nunca había visto aquella mujer de piel canela y mirada de picardía en su vida. ¿Por qué estaba en el lado del novio y no la conocía? ¿De dónde salió esta mujer que me inquieta? Quiero volver a verla, que se termine ya esta ceremonia, o que al menos el padre pida que nos demos la paz, quiero estrecharle la mano y mirarle de frente, quiero saber de dónde ha salido. Hasta aquí puedo percibir su aroma, tiene que ser su aroma porque no puede ser el de nadie más, nadie más aquí puede oler como esa mujer, nadie. Quiero saber quién es y por qué no lo sabía antes. Todo eso se decía Roberto mientras el padre avanzaba con el casamiento.

- ¡Pss! ¿Quién es la de al frente? Preguntó susurrando a su amigo 
- Se llama Laura, contestó Ramiro López. 
- ¿De dónde salió?
-Me imagino que de su casa.
-Digo, ¿de dónde conoce a Jorge?
- Es la ex novia de 'Flecho'
-¿La ex novia de Flecho? ¿Cuánto duraron?
-Yo que voy a saber, tal vez un año o más.
- ¿Un año o más? ¿Todo ese tiempo estuvo drogada?
-No hable tan duro que lo van a escuchar.
-¿Ya vio el culo que tiene? Se le resalta hasta con el abrigo que trae puesto.
-No, y no voy a mirarlo ahora.
-¿Por qué? ¿Prefiere mirárselo a un hombre? Porque si quiere le muestro el mío.
-No, y si quisiera mirárselo a un hombre no sería a usted. No le voy a ver el culo a ella porque su amigo está a punto de casarse, estamos en una iglesia y este no es el momento.

El padre pidió que se levantaran y todos lo hicieron, incluso Roberto y Ramiro que interrumpieron la conversación para seguir el protocolo de la ceremonia, pero desconociendo lo que pasaba. Una vez el cura pidió que se sentaran prosiguieron con la charla.

-Pues aún no me lo creo, dijo Roberto con voz ronca.
-Que Jorge se case, pero era algo que estaba marcado, como desde que llevaban dos años de novios.
-No hombre, eso no. Lo de aquella guapa y Flecho. Aunque tiene razón en lo de la boda, !vaya que le echaron el guante!
-Sí, lo marcaron.
-¿Será que Jorge tomó clases?
-¿Para qué?
-Para domar el genio de su próxima esposa.
-Deje la bobada, refutó Ramiro.
-Bueno. Pero volviendo al tema: Es muy guapa, le quiero quitar el abrigo. 
-¿Y es que usted piensa hacer algo con él ahí?
- No pues que terminaron.
-Sí, pero no sea descarado, por algo vinieron juntos. Usted sabe en qué se basa la amistad de los ex novios.
-Es verdad, eso quiere decir que ella sigue drogada. Yo no sé en qué momento imaginé una sociedad civilizada. Tiene razón, nada puedo hacer, más que mirarla y esperar que me mire.

"Pónganse de pie y oremos", dijo el cura, mientras que Roberto y su amigo seguían hablando. Todos los asistentes atendieron el llamado, menos ellos dos, que se pararon unos segundos después al ver que ya nadie quedaba sentado.

Laura, que estaba en silencio durante la ceremonia, volvió a mirar hacia atrás y a encontrarse con la mirada de Roberto.

¿De dónde habrá salido este personaje? ¿Yo por qué nunca lo había visto? Está un poco despeinado, pero le luce. Ojalá todavía no le hayan contado que era novia de Flecho porque va a pensar que seguimos teniendo algo y se va a alejar. Claro, sí conoce a Flecho, pero sí no lo conoce tal vez se acerque. Aunque espero que sea de esos que sí lo conocen pero que no le importa y sobre todo que no piense que yo aún tengo algo con Flecho. La verdad es que yo poco me ayudo, terminamos nuestra relación hace casi un año y sigo asistiendo con él a todos los lugares, soy tan idiota, cuando podría ir por ejemplo con él. Ya vi que no le soy indiferente, que afortunada soy al haber elegido este atuendo. Hace que rescate mi figura. Tiene mirada rara, ¿en qué estará pensando? Espero que esté pensando en quitarme la ropa. Sí, lo está haciendo, se le nota. !Que pervertido!, pero me gusta, pensaba Laura mientras el cura pidió que se dieran la paz.

Sus manos se tocaron por primera vez, y Roberto y Laura sintieron la corriente que produce la química entre dos cuerpos. Se miraron fijamente, y pareció que durante un tiempo, todo se detuvo. El flechazo fue inmediato.

La ceremonia terminó. Jorge Vargas y Lucia Nieto, salieron de la capilla como marido y mujer, y en medio de la lluvia de arroz, Roberto y Laura, se desearon.

La maldición de los Vargas Nieto: Capítulo II 'Fiesta con Manolo'





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