La muerte es un tiquete que se nos entrega el día en que nacemos. Como cuando uno se gana unos pasajes en una aerolínea, pero sin fecha de caducidad. Puede ser en cualquier momento el llamado, en cualquier instante, en el que nos tengamos que ir.
La vida es como un hotel. Sí, aquí nos alojamos. Algunos por supuesto mejor que otros, pero al final todos nos vamos a tener que ir, a todos nos va a tocar el llamado divino. Sólo que hay maneras de maneras. Como siempre, unas peores que otras.
Y cuando suceden esas despedidas trágicas, en las que se van de este mundo de manera violenta, como aquella forma en la que murieron acribillados las personas en la discoteca de Orlando, o de manera injusta como la de mi abuelo, que cayó en manos de una "mediquilla" que no lo supo tratar y terminó ocasionandole la crisis que lo terminó matando, yo me niego a creer que eso se trate de un acto divino.
Me rehuso a comprender que este tipo de situaciones tengan algo que ver con la voluntad de Dios, porque no puedo llegar a creer que la voluntad de Dios sea tan cruel y tan hijueputa.
Pero bueno, al final es un hecho que todos nos vamos a morir. Tarde que temprano, nos vamos a morir. Y que eso, sea de la manera que sea, siempre va a causar un gran dolor en los que se quedan.
Por estos días en los que la muerte ha estado tan cercana a mí, con la pérdida de mi abuelo y la del papá de mi mejor amigo, su aroma, el de la muerte, me ha dejado una reflexión que quiero expresar.
Cuando yo me muera, además de querer poder convertirme en un fantasma las veces que quiera para venir a asustar a mis amigos cuando estén solos, quiero una cosa completamente alejada a todo el protocolo que hoy en día se lleva a cabo en los funerales. Me parece tortuoso y tormentoso. Tan tormentoso, que lo hace insoportable.
No quiero que me hagan un velorio de dos días. Es suficiente con que yo muera para que la gente vaya toda a un recinto a reunirse a llorar por eso. No, quiero que el mismo día que me muera, me despidan. Los que alcanzaron a ir, bien y los que no, pues también, igual ya no voy a estar.
Vayan y hagan una fiesta. O jueguen fútbol. Si al final la religión asegura que uno no muere porque trasciende, y que quien cree en Dios vivirá para siempre, ¿por qué eso tiene que ser una tragedia y no una celebración ? Una celebración de que ya se ascendió y no se va a volver a padecer dolor, penas, hambre, frío ni sufrimiento. Pueden despedirme en cualquier lugar, haciendo lo que me gustaba hacer, leyendo mis cuentos y mis crónicas. Recordando mis bromas. Desnudandose para mí, en caso de las mujeres. Me pueden invocar y como seré omnipresente, ahí estaré.
No quiero que me metan a un cajón en medio de una sala donde todo el mundo pueda verme la jeta muerto. No. Van a hablar mal de mí. A decir que como quedé y yo no voy a poder defenderme. Si me quieren ver, que me busquen en Facebook que ahí hay muchas fotos mías.
No vayan a gastarse la plata en flores y en coronas. Eso es pecado. Al final todas terminarán en la basura. Yo no siquiera las voy a poder oler ni tocar. Mejor gasten ese dinero en comida para perros de la calle y donenlo a mi nombre. O comprenle ropa a los que les haga falta. O hagan mercados de caridad. Eso sí significa algo. Me haría sentir feliz.
No quiero que me vayan a enterrar. Por favor no. Quiero que me cremen, en una ceremonia rápida y sin ser tan dolorosa. Nada de cantantes ni de canciones tristes. Nada de más dramatismo. Suficiente con el hecho de que no me van a volver a ver como para adornar todo aún más triste y difícil.
Cuando hagan mi cremación, quiero que mis cenizas no se queden en ningún lugar. Quiero que las tiren al mar. En una playa linda y tranquila. Allí es donde deben estar mis restos. Y si por si acaso no tienen el tiempo para ir hasta una playa a hacerlo, las pueden echar al río Magdalena desde el puente Navarro, que al final a Barranquilla voy a llegar.
Y por favor, que quede por escrito, que si en algún momento yo llego a quedar en estado vegetal y/o en uno en el que no pueda vivir en vida plena, no duden en desconectarme, pues como les he dicho, no creo que la voluntad de Dios sea ver sufrir a los demás.
Sé que es una tradición de hace muchos años, y no quiero ofender ni faltarle el respeto a nadie con lo que digo. Pero en serio tenemos que comenzar a pensar en sistemas que nos hagan sufrir menos de lo que lo hacemos, porque pareciera que nos gusta hundirnos el dedo en la herida siempre, con todo.
Todo esto es algo que hace parte de la vida, pero en verdad duele tanto, que adornarlo de más tristeza lo hace peor, lo hace ver como si todo estuviera mal.
Interesante y es un Pensamiento que comparto, después de nuestro fallecimiento no habra nada diferente a algo material, cenizas y nada más, solo espiritual o algo mágico.
ResponderBorrarLa muerte es algo que diariamente esta a nuestro lado, pero no nos damos por enterados o quisieramos ignorarla, solo la consideramos cuando nos toca un ser querido y creemos que es injusta pero no , por eso lo importante compartir con los nuestros de verdad. Me gustó el tema y da lugar a reflexiones
ResponderBorrarInteresante reflexión la muerte hace parte de la vida. Te invito a mirar mi video de YouTube :
ResponderBorrarhttps://youtu.be/YnQewimKXpQ