Ir al contenido principal

Mamá, cuando sea grande quiero ser un don nadie

Mi hermosa madre y yo, cuando todavía no tenía que preocuparme por sobrevivir. Te amo, mami.
 


Desde pequeños, nos enseñan que debemos destacar y ser alguien importante en la vida. Nos sugieren que nos inspiremos en modelos a seguir para alcanzar el éxito. Así, a lo largo de mi vida, he soñado con ser alguien destacado. Quería ser tan admirable como mi abuelo, aspiraba a ser un exitoso escritor y director de cine, anhelaba el reconocimiento de mis talentos. En otras ocasiones, incluso fantaseaba con ser una orca o hijo de un multimillonario, solo para escapar de los problemas cotidianos y enfrentarme a otros dilemas. Sin embargo, últimamente, una extraña sensación ha invadido mi ser: la sensación de no ser nadie en esta vida, de ser un don nadie.


Recientemente, por casualidad, me encontré con un fragmento del video podcast de Santiago Alarcón, donde el talentoso actor Andrés Parra compartía su sabiduría y sinceridad sobre su vida. Una frase suya me impactó: "¿Tengo que ser alguien de qué? Yo no tengo que ser nadie, nada más lindo que ser nadie". Este hombre, quien ha dado vida a personajes como Pablo Escobar y se ha convertido en el actor colombiano más famoso de Latinoamérica, reflexionaba sobre la excesiva materialidad y exigencias del mundo en el que vivimos. Cuestionaba la mentira que todos hemos aceptado: que ser extremadamente productivos nos convierte en alguien. Él mismo confesó que creía que alcanzar sus sueños aliviaría su ansiedad y depresión, pero en realidad, en muchas ocasiones, estas condiciones se agravaron debido a los sacrificios realizados para obtener fama, reconocimiento y todo lo que siempre había deseado.


Esto me lleva a una paradoja que interrumpe mis sueños con frecuencia: ¿estar vivo pero sin poder vivir plenamente? ¿Decir que tengo libertad para hacer lo que quiero cuando mi vida está dictada por una agenda? ¿Utilizar mi tiempo libre únicamente para descansar porque siempre me siento agotado?


Comparto la idea de que el culto excesivo a la productividad es una artimaña manipuladora. Es tan vil y canalla como la estrategia utilizada por el sector turístico, que nos motiva a viajar mostrando solo las situaciones ideales en las que supuestamente nos convertiremos en protagonistas de nuestras propias historias al estilo "Comer, Rezar y Amar" con Julia Roberts. Sin embargo, viajar también tiene su lado oscuro, especialmente debido a las expectativas poco realistas que a menudo generamos.


Pero volvamos al punto central, porque hoy no estoy aquí para hablar de viajes. Estoy aquí para expresar mi decisión de convertirme en un don nadie. Porque ser alguien implica un alto costo. Resulta abrumador, deprimente y agotador. Minimiza nuestras experiencias, nos lleva a reprocharnos constantemente, nos aleja de las personas que amamos y nos quieren. Nos impide vivir plenamente, nos somete a una presión inmensa y nos encasilla en una carrera competitiva sin fin. Además, nos aleja de nuestra capacidad de sentir empatía por los demás y nos estimula en exceso, convirtiéndonos en seres egoístas y avaros.


Ser alguien también puede llevarte a soportar abusos, injusticias e insultos por parte de aquellos que creen que son alguien importante y sienten la necesidad de imponerse sobre los demás.


El deseo de querer ser alguien te puede llegar a sofocar tanto, que poco a poco te puedes convertir en un monstruo sin que te des cuenta, y solo lo notarás hasta que te des cuenta de los terrores que has causado.


Si ser alguien implica renunciar a una vida medianamente tranquila, entonces prefiero no ser nadie. Opto por una vida libre de presiones y expectativas desmesuradas. Prefiero disfrutar de cada momento, saborear la compañía de quienes me importan y vivir auténticamente, sin la sombra de la fama o el reconocimiento. En definitiva, valoro más ser un don nadie que ser alguien insatisfecho. Prefiero ganarme la vida sin tanta exigencia y que me alcance para lo que realmente necesito: al final de eso se trata el dinero, de una cosa que va y viene en medio de transacciones.


Así que, mamá, cuando sea grande, quiero ser un don nadie, y me sentiré pleno con esa elección.





Comentarios

  1. Charlie que buen texto, que buena reflexión. Ser un don nadie creo que es el significado de la vida. Poder vivir la vida y disfrutar de esa vida en su gran plenitud.

    ResponderBorrar
  2. Entonces puedes ser el mejor don nadie y vivir tranquilo con eso

    ResponderBorrar
  3. Uno de los mejores textos que he leído de Charlie! Gracias por compartir, interesante reflexión. Es cómo ir a una película, ver algo con lo que te conectas querer hacerlo, pero a veces cuesta despojarse de lo que ya hemos aprendido y en la manera en que nos relacionamos con el mundo en el que vivimos.

    Gracias por cuestionar sin querer cuestionar

    ResponderBorrar
  4. Soy un don nadie y quiero vivir en Honda !

    ResponderBorrar
  5. Que buen texto me gusto mucho

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Atrapado en un momento del que no puedo salir

  He tratado de escribir algo memorable desde hace al menos ocho meses, lo juro, pero siempre me quedo en las primeras líneas y no logro concretar nada. Llegué a pensar que era más probable que James Rodríguez durara un año en un mismo equipo antes de que yo pudiera hilar una historia nuevamente. La última vez que terminé un texto extenso fue cuando le escribí la carta a Mafe. Ella dijo: “Pensé que iba a ser más larga”. Y eso que me tardé casi un año escribiéndola. He intentado de todo: cuentos, reflexiones, confesiones, pero no paso del primer párrafo. De hecho, es un logro que haya llegado hasta aquí con este texto. Al principio no me preocupé. Pensé que era normal estar cansado de pasar todos los días ideando estrategias y formas creativas para proyectos. Pero con el tiempo, comenzó a inquietarme no poder escribir. Releí algunos cuentos míos y, en lugar de sentir orgullo, sentí miedo: miedo de no poder volver a escribir así. No entendía lo que me estaba pasando. Últimamente nada...

Cuarenta años y ninguna instrucción

Hace poco pensé en hacer un video que se llamara 40 canciones y 40 películas que recomiendo antes de cumplir 40 años. Luego lo pensé mejor y me pregunté: ¿a quién carajo le importa eso? Seguramente a muy pocos. Después pensé: ¿y yo qué gano con eso? Pues nada. No sé por qué me preocupo. Caer en este reto de “producir contenido” como si fuera un deber, muchas veces sin objetivo claro, nos está distrayendo. En mi caso, no solo al crear, sino también al consumir. Y consumir. Y seguir consumiendo. Estoy tan disperso que hasta olvidé por qué comencé esta entrada. Ah, ya recordé: voy a cumplir 40 años este 26 de septiembre. Hace poco, mientras cenábamos en un restaurante hermoso en Santa Marta, Angie me dijo que me notaba afanado. —Estás más conservador y preocupado que nunca —aseveró con ese tono costeño, fuerte, guajiro, ese que me encanta. Me dijo que parecía preso de una cárcel invisible. —No logro identificar de dónde viene —dijo. —Viene de mí —le respondí, mientras me comía ...

"El Corazón tiene más cuartos que un hotel de putas"

No sé si fue por que la hizo Gabo en el año en el que nací, cuando escribió ‘El amor en los tiempos del Colera’,  que esta frase que se extrae del mencionado libro, me llegó tanto la primera vez que la leí, hace ya algún tiempo. No sé si fue porque la leí que comencé a pensar que era cierto lo que decía el maestro Gabriel García Márquez, y antes de comenzar a vivir por los andares del amor, acondicioné esa proposición en mi vida.  Tal vez fue por eso, o porque realmente es cierto, que el corazón, o al menos el mío, tiene más cuartos que un hotel de putas. Y es un hotel grande, al que se le pueden unir socios sin términos ni condiciones, y a los que a pocos les expira la membresía; pero también es un espacio que se puede administrar a voluntad y que si es necesario, se puede desocupar para que sólo un huésped sea el dueño. Sin embargo, en esos cuartos, siempre quedarán memorias de lo vivido, de lo que pasó cuando estuvieron alojados, algún objeto que tal vez...