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Mi Mejor Primer Beso



En el bachillerato fue la época en la que más besé en mi vida, sin duda. Era una especie de deporte, el besar. Una actividad que sin mentir, hacía casi a diario.

En el vivero, en la emisora del colegio, en los camerinos, en las canchas de atrás, en el kiosco cuando todos se entraban a los salones, hasta en la biblioteca, besé y besé. No entiendo cómo, no soy Ryan Gosling ni Bradley Cooper, ni tampoco cuento esto por ser sobrado, pero creo que era una moda en ese entonces, darse besos así, porque muchos de mis amigos tenían la misma actividad que yo.

Y besé varias niñas, muchas, muy bonitas algunas, muy queridas todas; pero de todos esos besos que me di en el colegio, y de hecho, de todos esos besos que he dado en la vida, esos primeros besos, hay uno del que siempre me acuerdo más, el que más me gusta, el único beso que me dio  una de las niña más bonitas que estudió en la historia del Nacional Integrado.

Corría el 2001, y la promoción de ese año, en donde estaban grandes amigos míos, hizo su despedida en 'Cirrosis Bar'. Muchos de los que estábamos en décimo grado fuimos a la fiesta a recibir el legado que nos dejaban los graduados y a despedirlos como se debía, con licor.

Alan Reyes y Lucho Alcedas eran mis hermanos de parranda y travesuras. Lina Del Río, Lina Maria Naranjo, Bibiana Gutiérrez y Lorena Camero, mis íntimas amigas, de hecho por ese entonces salía con una de ellas, y en general todos los de esa generación, rivales en el campo de fútbol, y en el de vóley, amigos de tragos y tertulias, de carnavales de la Subienda, también merecían su homenaje.

Pasaron las horas, pasaron las botellas, pasaron los tragos, las lágrimas de nostalgia, las promesas que siempre se hacen en esas situaciones: "Nunca las voy a olvidar", "yo jamás voy a cambiar", "tenemos que seguir viéndonos siempre", pasaron los abrazos y toda la atención se centró en unas queridas que se subieron a la barra a bailar.

Entonces quedó ella, sola, radiante, con esa sonrisa de oreja a oreja que la hacía una de mis porristas favoritas, con esos ojos enormes y expresivos que tenían una mirada que hoy 13 años después no cambia, con ese carisma irrepetible, en medio de la gente, en medio del humo, el ruido y se veía hermosa.

Siempre me gustó, desde que la vi. Pero era un secreto bien guardado, pues a mi mejor amigo también le encantó por mucho tiempo. Los últimos años siempre la molesté cuando me la encontraba en los descansos, lograba sacarle risas y ella a mí. Eran charlas cortas, pero deliciosas, y después se iba y me dejaba pensando en ella.

Un día le dije "no se puede ir de este colegio sin darme un beso" y esa noche, cuando la encontré parada, como un lucero, le repetí la frase.

-¿Es en serio que quieres besarme? Pues hazlo aquí entonces- me retó de manera irresistible. Yo ni corto ni perezoso, tomé la iniciativa y me lancé a sus provocativos labios.

Nos dimos un beso largo, apasionado e intenso, pareció que el tiempo se hubiera detenido y todo el ruido y toda la gente se hubieran esfumado, estábamos sólo los dos, colgados el uno del otro, entregándonos sin reserva en ese instante y a riesgo de que todos nos vieran, incluso la niña con la que salía. No me importó, porque después de que terminé de besarla realmente no me importó más lo que pasara, sentí incluso que no quería volver a besar a nadie más sino a ella el resto de mi vida y odié con el alma entender que ya no la vería más el siguiente año, de hecho no la volví a ver nunca más.

Ese recuerdo se me incrustó en lo profundo del corazón porque fue el beso perfecto. Sólo fue uno, un primer beso nada más, de la niña que siempre me gustó, en el mejor lugar donde me lo podía dar, a la mejor hora y en el mejor estado. Sólo se dio cuenta una persona, que muy discreta, me guardó el secreto.

Siempre que puedo recuerdo ese día y aunque he besado muchas más mujeres en vida después de eso, he amado, he llorado, he vivido el amor en carne propia, jamás se me olvidó y siempre la quise buscar para contarle.

Pero como todo lo que uno desea pasa, el tiempo me llegó y gracias a las maravillosas redes sociales pudimos hablar. Hablamos de la vida, de los recuerdos, de las experiencias, nos reímos. Le gustó mucho mi blog y a mí, que le gustara. Hasta que llegamos al tema y yo esmerado en comentarle todo lo que ya leyeron, se lo dije, le conté sobre mi recuerdo bonito, sobre mi primer beso favorito y ella, muy honesta y encantadora me dijo "yo no lo recuerdo".


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