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Los cucos rojos de 5 mil y la 'operación desvirgar'




Tengo un amigo muy parecido a mí, no físicamente, Dios no se equivoca tanto, se parece porque le pasan cosas muy a mi estilo.

Yo podría gastarme un millar de entradas contando las aventuras de este amigo al cual no quiero mencionar directamente esta vez y por eso pido a todos los que lo lleguen a identificar que me sigan la corriente y no lo delaten. Pueden morir de la risa, pero por favor no lo mencionen. Sobre todo a los de Honda (claro está que eso es como pedirles que no vayan a chismosear un matrimonio en el Alto del Rosario).

Esta historia sucedió hace mucho tiempo ya, como todas las buenas historias. Él estaba en sus inicios amorosos, era todo un púber, ("púber", cómo me gusta esta palabra). Un poco tímido, un poco ansioso y muy inexperto, buscaba con preocupación un regalo para poder impresionar a su novia.

Siempre va a ser complicado pensar en un regalo para una mujer. Si uno le pregunta qué quiere, la caga. Si uno intenta adivinar, la caga. Si uno le pregunta a la mejor amiga, ella cuenta y lo hace quedar mal a uno. Si uno le pregunta a la hermana, le va a aconsejar el regalo más caro, pero si uno le pregunta a los mejores amigos, eso suele resultar en catástrofe, como le sucedió al protagonista de esta historia.

Y es que lo peor que uno puede hacer es pedirle consejos a personas que estén en la misma situación, o peor que la de uno. Lo más gracioso de todo, es que la mayoría de veces siempre optamos por hacer eso.

El hecho es que ese amigo consultó a una persona que nunca debió consultar.
-Pero la relación de ustedes, cómo va? Ya hay posibilidades de pasar a otro plano? Preguntó el consejero.
-Pues hemos 'blujeaniado'- respondió mi amigo. (Blujinear, esa vaina ya no se hace. Hoy en día uno blujinea por whatsaap porque casi siempre es a la fija).

En fin, después de escuchar la respuesta, el sabio consejero habló: "Pues a mí me parece que debe darle un regalo que lleve una propuesta de por medio, así ella entenderá que ya es momento de pasar a otra etapa y así usted deja de ser virgen de una vez".

El pobre ingenuo de mi amigo escuchó ese consejo y comenzó con su 'operación desvirgar'.
Como apenas recibía dinero para los descansos y uno que otro peso adicional, su poder de adquisición era escaso, como el de todos por esos años (al menos en el grupo de mis amigos sí), por lo que cada centavo que pudiera exprimir era vital para su plan.

Por esos días en Mariquita, Tolima, se iba a realizar una exhibición y encuentro de motos Harley Davidson, algo que le pareció el marco perfecto a él para ejecutar lo que estaba pensando.

Así que mi amigo lo preparó todo: La invitó al evento. Le escribió una carta insinuante. Le compró el regalo. Compró condones y se emocionó más de la cuenta contando los días, donde además ahorró cada peso, para que llegara ese fin de semana lleno de motos y de lo que suponía, mucho sexo para él.

La noche antes del encuentro, mi amigo fue a visitarla y a llevarle el regalo: unos cucos rojos de 5 mil pesos que encontró en la sección de descuento de un almacén (Ya saben, tenía que exprimir cada centavo).

Ella captó el mensaje, rió coqueta y diabólicamente y le dijo al oído: "Mañana me los pongo para ti".
-Muchachos, mañana pierdo la virginidad. Nos dijo mi amigo emocionado y frotándose las manos (sí, los niños se cuentan todo).

Con esa premisa viajamos al siguiente día temprano a Mariquita todos, haciendo fuerza para que nuestro compañero pusiera la bandera en el campo y perdiera su virginidad.
El consejero se sentía a gusto de haberle dado esos tips a mi amigo. Todo estaba saliendo como se había planeado.

Ya estando en las calles de la ciudad de la fruta, el paso de las motos y el sonido de sus majestuosos motores comenzaron a entretenernos y a seducirnos a todos, pero aún más a la novia de mi amigo que no dejaba de agitar todo su cuerpo con cada paso de un motociclista.

Al caer la tarde y cuando ya habían pasado una y otra vez los mismos bárbados con sus motos y su sudor que escurría manteca, la novia de mi amigo se fue para donde un grupo de motociclistas a saludar unas amigas de ella que estaban allí después de haber viajado, comido y bebido a cuenta de mi amigo.

Nosotros nos quedamos con mi amigo comiendo mango y hablando del día y de lo que íbamos a hacer una vez volviéramos a Honda.

Los minutos fueron pasando y la novia de mi amigo no regresaba. Nosotros nos pusimos impacientes porque ya queríamos regresar, pero no queríamos dejar tirado al muchacho.

Esperamos un poco más hasta cuando mi amigo decidió ir a buscarla.
-Oye, ya nos vamos. Le dijo un poco molesto.
Ella se volteó y carcajeándose, un poco alicorada, le dijo: "bueno, que les vaya bien. Nosotros también ya nos vamos".
Y luego se montó en una de las motos de aquellos foráneos viajeros y mi amigo pudo ver como partía y desde lejos se notaban los cucos rojos de 5 mil que se le salían del pantalón mientras iba sentada en la parte de atrás.

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