Sin importar lo que digan, sin importar las fuerzas que pongan y el empeño para decir lo contrario, a los hombres, la mayoría de veces, nos da miedo ir a la cama con alguien, sobre todo cuando es la primera vez.
Es como si se tratara de un partido de fútbol trascendental, donde se salta al campo lleno de nervios, angustias, emociones encontradas, expectativas y, sobre todo, con la presión de salir a “hacerlo bien”, para sacar un buen puntaje y conseguir un buen resultado.
Nos han dicho que, uno de los temas favoritos de las mujeres es el sexo y, por supuesto, los amantes que han tenido. Por eso, la gran preocupación que tenemos a la hora de ir a la cama es dejar una buena presentación y ese performance deriva en varios aspectos:
Que el amigo no funcione
Se sabe que la disfunción eréctil es uno de los principales problemas que atacan al hombre a la hora de tener relaciones sexuales y que varias son las causas que lo provocan.
Pero en ciertos escenarios, el estrés y el flojo funcionamiento cardiovascular que se puede ver afectado por un desgaste físico previo, o falta de alimentación o de descanso, le juegan una mala pasada a nuestro amigo.
En algunas ocasiones, sea por demasía de trabajo, exceso de fiesta y pocas horas de sueño, o por alguna situación que esté rondando nuestra cabeza, no estamos aptos para el acto sexual; pero aun así, insistimos en ir a la batalla para no quedar mal.
Son en esos momentos, en los que más nos atemoriza que el amigo no funcione y nos abandone cuando más lo necesitamos.
La vieja de los sueños
Todos los hombres tenemos una mujer que nos vuelve locos. Una mujer que cuando la vemos, nos revuelve las entrañas, nos corta la respiración, nos bloquea el pensamiento y hace de nuestras sensaciones un escándalo. Un amor platónico que se ve muy lejano, pero que cuando se acerca… intimida.
Y cuando esa mujer de los sueños, por cuestiones divinas o por suerte, quiere tener relaciones con nosotros, puede llegar a ser un arma de doble filo. O muy bien podemos ser un ‘Nacho Vidal’ en potencia o, por el contrario, las ansias y los nervios nos pueden dejar como un púber inseguro incapaz de actuar.
Parecer aburridos o con falta de experiencia
Como todo gran artista, siempre se busca renovar el itinerario. Sin embargo, puede que estos paquetes que estemos ofreciendo en el momento, no sean de la atención ni el gusto de ellas.
Algo que nos perturba un poco es no mantener la atención de nuestro público y caer en lo “típico”. Que nuestra pareja se disperse, pierda la concentración y la previa termine dañando el acto central.
Que ellas no queden satisfechas
Nadie quiere que su amante se vaya sin lo suyo. El egoísmo es algo que tratamos de evitar al máximo, así muchas veces ellas digan lo contrario y se nos tilde de solo pensar en nuestro placer.
Por eso uno de los temores que cargamos es que nuestra compañera no salga satisfecha ni contenta del encuentro, no cumplir con la cuota.
Sin embargo, muchas veces optamos por no hacer preguntas y decidimos adivinar los gustos de ellas para evitar cortar “la emoción” y brindar ese factor sorpresa que tanto les gusta.
Las mentirosas y la de los “gustos raros”
Uno nunca termina de conocer a la gente, pero mientras se avanza en eso pueda que se descubran cosas que no nos gustan o para la que no estábamos preparados.
Cuando voy a la cama por primera vez con alguien, espero que no sea de las que finja mucho, ni de las que utilice frases como: “es la primera vez que me pasa esto”, “eres mi primera vez”, “eres el mejor con el que he estado”. Ese tipo de cosas me frenan la emoción. ¿A ustedes?
También nos llega a causar un poco de angustia que en algún caso nos encontremos con mujeres de fetiches diferentes a los nuestros que nos puedan sacar corriendo.
Volverla a ver o no
Una vez se termina y cada quien se va, a nosotros nos queda la duda: ¿Me volverá a buscar? ¿La volveré a ver? Depende de lo que pase podemos sacar balance de nuestro performance y si la chica no vuelve a estar con nosotros, nos puede causar un cierto golpe bajo.
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