I
-¿De dónde has sacado ese collar de dientes que traes
ahí? por el amor de Dios suelta eso ¡ya!
- Se lo he quitado al 'Ratón Pérez'
- ¿Al Ratón Pérez?
- Sí, al Ratón Pérez. Era él. Nadie más puede andar con tantos dientes. Aproveché que lo vi tomando una siesta, en un sueño profundo y se los robé tal y como él se los lleva cuando me duermo. De hecho, las últimas veces se llevó mis dientes y no me dejó nada y ahora espero una gran recompensa cuando él vuelva a buscarlos.
- Pero, ¿de qué hablas? ¿Dónde estaba ese tal Ratón Pérez niño?
- En la otra esquina. Debió haber bebido mucha gelatina de cereza antes de dormirse porque sus dientes estaban todos untados de eso, su camisa y el piso también. Tuve que lavar bien los dientes, casi no les cae. Y después con seda dental hice el collar de dientes. Mami, ¿por qué me dices que si desordeno mi cuarto el Ratón Pérez no me va a dejar dinero si él es más desordenado que yo?
- ¿Desordenado? ¿Por qué lo sabes?
- Es muy desordenado, tenía tiradas muchas cosas por ahí y su maleta abierta. Mami, ¿el Ratón Pérez es mujer por no tener cola?
- No, no es mujer, ¿por qué dices eso? Además, ¿por qué sabes que era el Ratón Pérez?
- Pues porque un señor del otro lado de la calle dijo: "miren esa rata" y no dijo: "miren ese ratón". Entonces yo me puse a buscarle la cola y no se la vi y pensé que era mujer por eso. Aunque sí note que era muy peludo y que las orejas las tenía aplanchadas.
-Presta para acá ese collar, no juegues con eso y vete a hacer otra cosa.
- pero mami, yo quiero la recompensa por estos dientes- Y el niño se fue llorando al ser despojado de su pertenencia.
- Se lo he quitado al 'Ratón Pérez'
- ¿Al Ratón Pérez?
- Sí, al Ratón Pérez. Era él. Nadie más puede andar con tantos dientes. Aproveché que lo vi tomando una siesta, en un sueño profundo y se los robé tal y como él se los lleva cuando me duermo. De hecho, las últimas veces se llevó mis dientes y no me dejó nada y ahora espero una gran recompensa cuando él vuelva a buscarlos.
- Pero, ¿de qué hablas? ¿Dónde estaba ese tal Ratón Pérez niño?
- En la otra esquina. Debió haber bebido mucha gelatina de cereza antes de dormirse porque sus dientes estaban todos untados de eso, su camisa y el piso también. Tuve que lavar bien los dientes, casi no les cae. Y después con seda dental hice el collar de dientes. Mami, ¿por qué me dices que si desordeno mi cuarto el Ratón Pérez no me va a dejar dinero si él es más desordenado que yo?
- ¿Desordenado? ¿Por qué lo sabes?
- Es muy desordenado, tenía tiradas muchas cosas por ahí y su maleta abierta. Mami, ¿el Ratón Pérez es mujer por no tener cola?
- No, no es mujer, ¿por qué dices eso? Además, ¿por qué sabes que era el Ratón Pérez?
- Pues porque un señor del otro lado de la calle dijo: "miren esa rata" y no dijo: "miren ese ratón". Entonces yo me puse a buscarle la cola y no se la vi y pensé que era mujer por eso. Aunque sí note que era muy peludo y que las orejas las tenía aplanchadas.
-Presta para acá ese collar, no juegues con eso y vete a hacer otra cosa.
- pero mami, yo quiero la recompensa por estos dientes- Y el niño se fue llorando al ser despojado de su pertenencia.
II
Estábamos trabajando en una finca
cercana al pueblo en pleno medio día. El sol se postraba justo arriba de
nuestras cabezas como queriéndonos hacer un agujero. Uno de los trabajadores le
dijo a mi tío que ese sol era como su mujer y mi tío le preguntó qué porque
decía eso. El trabajador le explicó: "porque aparenta calor y es más fría
que un muerto". Mi tío y yo no entendimos la analogía de aquel trabajador porque no le encontrábamos
relación con el sol. Y entonces otro trabajador, que se percató de nuestra
ignorancia, nos contó el secreto del chiste.-Patrón- dijo mientras paró de escavar-
es que este sol es engañoso porque es de los que pica, y cuando pica es porque
agua trae".
Realmente el sol sí picaba, picaba como si encima de nosotros
se postraran varias y furiosas hormiguitas rojas de esas que le llaman ‘pituchas’.
Pero ni el calor ni la picazón nos iba a impedir terminar el trabajo: Abrir el
hoyo.
Aunque no era necesario, a mi tío siempre le gustaba
involucrarse con sus proyectos hasta en el más mínimo detalle. Hacía todo lo
que sus trabajadores hacían porque según él, un buen capitán es el que está al
frente de sus hombres, no detrás. Me llevaba para que aprendiera su filosofía
de vida y estar en su compañía era como recibir una clase. Siempre daba un
consejo sabio.
De repente, una llamada le entró a su radio teléfono. Era
del almacén, le avisaban que acababan de hacer el intento de robarlo, que
rompieron dos vidrios y se alcanzaron a llevar varios tubos de cobre macizos. Que
el daño no era tan fuerte, que la policía ya estaba en camino.
Mi tío abandonó inmediatamente lo que estábamos haciendo y
tiró la pala con mucha fuerza fuera del hueco en el que estábamos, expulsando
así su mal carácter. Llamó a uno de los trabajadores y lo dejó al mando.
-Móntese, ¡nos vamos ya!- me gritó, como si yo tuviera la
culpa de todo lo que estaba pasando.
No hice preguntas, seguí las órdenes de inmediato y abordé
la camioneta que parecía que se había prendido sola con el grito de mi tío. Una
vez estábamos en camino al pueblo, atravesamos la trocha sin piedad ni cuidado,
sin evadir huecos y haciendo altos saltos cuando pasábamos por los tumultos de
arena que se acumulaban en el trayecto, que estaba en mal estado.
III
-Nos robaron- me informó mientras sacaba una manopla de la
guantera de la camioneta.
- ¿Y la policía?
- La policía no sirve para ni mierda. Van a llegar allá, van a hacer preguntas y a asentir con la cabeza como si entendieran las respuestas. Después van a decir que intentaran hacer todo lo posible con dar con el paradero del responsable y una vez se marchen van a olvidarse del asunto. Son adornos verdes.
- ¿Y entonces qué vamos a hacer nosotros?
- Lo vamos a encontrar
- ¿Y si no es solo uno, si no más?
- Pues entonces, los vamos a encontrar. Vamos a dar con ellos sea uno o sean cien.
- ¿Y la policía?
- La policía no sirve para ni mierda. Van a llegar allá, van a hacer preguntas y a asentir con la cabeza como si entendieran las respuestas. Después van a decir que intentaran hacer todo lo posible con dar con el paradero del responsable y una vez se marchen van a olvidarse del asunto. Son adornos verdes.
- ¿Y entonces qué vamos a hacer nosotros?
- Lo vamos a encontrar
- ¿Y si no es solo uno, si no más?
- Pues entonces, los vamos a encontrar. Vamos a dar con ellos sea uno o sean cien.
Llegamos en un tiempo récord al pueblo. Y cuando nos bajamos
de la camioneta los policías ya habían ido a hacer preguntas, habían asentido con
la cabeza como si entendieran las respuestas y se habían marchado olvidando el
asunto.
- ¿Alguien lo vio?- preguntó mi tío ofuscado.
-Dicen que tiene barba, pelo largo, que es delgado y moreno. Que viste un jean rucio y una camisa negra y que lleva puesta una gorra y una maleta en la espalda.
- Gracias Amanda, ya puede irse- Despachó mi tío a su secretaria.
-Dicen que tiene barba, pelo largo, que es delgado y moreno. Que viste un jean rucio y una camisa negra y que lleva puesta una gorra y una maleta en la espalda.
- Gracias Amanda, ya puede irse- Despachó mi tío a su secretaria.
IV
Nos volvimos a subir a la camioneta y mi tío manejó en
dirección a los barrios bajos, donde todo el mundo sabía, se vendían las cosas
que robaban. No encontramos a nadie en medio de ese calor infernal que hacía.
Al menos unos 43 grados nos azotaban, que habían espantado hasta el animal más
rejudo de las calles. Pero no fue sino que anduviéramos dos cuadras más para
encontrarnos con el personaje descrito.
Mi tío lo encriptó con la camioneta, rosándole la espalda
con el mataburros y haciéndolo caer al andén. Una vez tumbado el ladrón, mi tío
se puso la manopla en su mano izquierda y se bajó del carro. No dejó que aquel
pobre diablo se levantara y le fundió el primer puño directo a un pómulo.
El ladrón sintió un estruendo en su cara con el duro acero de la manopla y la piel se le abrió enseguida. El segundo puño fue a parar justo en medio del ojo y la ceja derecha de aquel hombre, al que inmediatamente se le ensangrentó el rostro. El tercer golpe se sembró directo en la nariz y se pudo escuchar el crujir de la misma al romperse. El golpe fue tan duro esta vez, que el impacto hizo que la cabeza del ladrón se diera también contra el piso y se le abriera.
El ladrón sintió un estruendo en su cara con el duro acero de la manopla y la piel se le abrió enseguida. El segundo puño fue a parar justo en medio del ojo y la ceja derecha de aquel hombre, al que inmediatamente se le ensangrentó el rostro. El tercer golpe se sembró directo en la nariz y se pudo escuchar el crujir de la misma al romperse. El golpe fue tan duro esta vez, que el impacto hizo que la cabeza del ladrón se diera también contra el piso y se le abriera.
-"Ya no más por favor, piedad- suplicó aquel hombre que
se quemaba en las brasas del inhumano calor que hacía y en la ira que invadía a
mi tío. Mi tío entonces abrió la maleta que llevaba aquel hombre, identificó
las cosas que le habían robado, las tomó, las echó en la camioneta y le regó
por el piso las otras que no eran de él. El pícaro, que no podía ni pararse del
dolor, se dio la vuelta y quedó boca abajo contra el cemento del andén. Mi tío
volvió a su encuentro y esta vez le propinó una serie de patadas en la mandíbula.
En cada golpe el ladrón escupía uno o dos dientes y cuando ya no escupió nada,
mi tío se detuvo, se montó al carro y nos marchamos.
Nadie más presenció aquel espectáculo de ira y auto defensa,
todos estaban Hipnotizados en sus casas por el aturdimiento del calor. Además,
los golpes parecieron silenciosos o el sonido de ellos se perdió rápidamente,
porque igual a nadie le interesa la suerte de un condenado.
El sol traicionero del que hablaron los trabajadores peló el
cobre y se escondió. Su engaño quedó en evidencia cuando grandes nubarrones
tomaron su lugar en cielo. La temperatura bajó ya casi a las tres de la tarde y
fue cuando enviaron a Martín por un refresco a la tienda. En su camino el niño
se topó con el ladrón y con los dientes tirados en el piso.
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