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Las putas les van a quitar tarde o temprano los marranos a las viejas ‘gotereras’



No se vayan a ofender por favor las que me leen, no lo hagan al menos hasta terminar de leer completamente la entrada. Si lo hacen y siguen ofendidas, las entiendo, pero si no la leen y se ofenden, no. Tampoco vayan a pensar que estoy generalizando, por el contrario, esto se extrae solo de una muestra, pues tengo la fortuna de conocer un gran número de mujeres, muy grande, que son la antítesis de todo lo que escribí aquí. Son unas extraordinarias y maravillosas mujeres y personas a las que admiro y respeto.  

La magia y la majestuosidad de Cartagena sirvieron para que Juan Camilo Montes y yo nos sumergiéramos en medio de la fiesta y el licor en busca de un amor de vacaciones. La expectativa era alta, tratándose de una de las ciudades más románticas del mundo, el ambiente era propicio para encontrarse dos lindas mujeres que estuvieran en nuestra misma página. Estábamos confiados, positivos. Ya en otros viajes habíamos logrado ese tipo de momentos y queríamos ampliar la colección. Pero pese a recorrer cada lugar posible donde se pudiera hallar lo que queríamos, no encontramos nada, porque la gran mayoría de las mujeres que estaban allí eran putas (de las que cobraban). 

No tengo la estadística oficial, y jamás la voy a tener, pero por mi experiencia pude deducir que de cada cinco mujeres que intentas saludar, tres de ellas son ‘damas de compañía’. Nos pasó en ‘Mr Babilla’(una famosa discoteca), en la playa de Bocagrande, en cada esquina de la ‘Ciudad Amurallada’, en un restaurante, y hasta los vendedores de gafas, tours y cerveza nos ofrecieron “chicas chicas”.

Siempre se ha sabido que las ‘niñas malas’ están por doquier, y que rondan aún más en zonas de alto turismo. Pero lo de Cartagena es de abuso. Son tantas y tan desesperantes como los vendedores y las masajistas. Fue tan grande mi sorpresa sobre esto, que cuando bailé con un par de mujeres y me enteré que eran ‘prepagos’, temí que al finalizar la tanda me cobraran por la bailada.

En todos lados aparecían. Prendí el radar de mi Tinder y allí estaban. Muchísimos likes para mí, muchísimas posibles parejas. “Soy un éxito de verano en el Caribe pensé”, pero a la cuarta línea de conversación más o menos, mi ego se desinflaba cuando leía “Ando por aquí porque estoy de trabajo, soy dama de compañía”. A veces no quería ni abrirle a la del aseo del cuarto, porque llegué a pensar que se nos podía ofrecer. 

Sin embargo, más allá de fallar en el intento de conocer a alguien que no cobrara y de imaginar cuántos extranjeros se llevan a estas niñas que sueñan con casarse con un hombre de otro país, en medio de un atardecer, al lado de mi mejor amigo y con dos litros de whisky en la cabeza, volvió a mí una pregunta que me había hecho varias veces en días pasados: ¿Qué tanta diferencia hay entre invitar a salir a una vieja con la que uno quiere 'parchar' nada más y estar con una puta?

No se vayan a ofender por favor las que me leen, no lo hagan al menos hasta terminar de leer completamente la entrada. Si lo hacen y siguen ofendidas, las entiendo, pero si no la leen y se ofenden, no. Tampoco vayan a pensar que estoy generalizando, por el contrario, esto se extrae solo de una muestra, pues tengo la fortuna de conocer un gran número de mujeres, muy grande, que son la antítesis de todo lo que escribí aquí. Son unas extraordinarias y maravillosas mujeres y personas a las que admiro y respeto.  

Pese a esto, un gran número de mujeres (he conocido algunas) se jacta de defender el feminismo, la igualdad y la independencia, pero a la hora de pagar cuentas sufren de amnesia temporal y cuando no logran conseguir marrano para sacar lo que desean, lo llaman patán, miserable, tacaño y poco caballero, porque para ese tipo de mujeres en su mayoría, un caballero es alguien que está dispuesto a pagarlo todo, más no lo que significa ser un caballero.

Cuando a usted le pagan todo, se crea sobre usted una especie de dominio invisible. Tarde o temprano, la persona que invirtió intentará ejercer de alguna manera. Algunos echan en cara, otros manipulan y otros van más allá, agreden físicamente a sus parejas (y esto se presenta desde ambos géneros, por supuesto desde el masculino es de donde se ven los peores casos).

Para no ir más lejos en el tema recuerden cuando vivían con sus padres. “Mientras usted viva bajo este techo y yo le pague la comida, la ropa y sus gustos, usted hace lo que yo diga”. Uno se desliga de la autoridad de los padres realmente cuando alcanza su independencia financiera y pude “hacer con su vida lo que se le dé la gana porque es suya y usted la paga”. (Aunque mi mamá parece que nunca lo entenderá). 

“Cállate, no sabes de lo que hablas. Es un tema cultural que a las mujeres nos paguen todo” una vez alguien me dijo cuándo le expuse mi argumento.  Tal vez entonces también es cultural que las levanten a pata, las llenen de hijos, les monten tren de cachos y luego las dejen tiradas, pensé. Porque lamentablemente si existe en el mundo la idea de que por cultura se le debe pagar todo a una mujer, también existe la inmunda idea de que por este hecho se puede hacer lo que quiera con ella. Y ambas ideas son horripilantes.

Oscar Wilde dijo : “Las mujeres aprecian la crueldad más que ninguna otra cosa. Tienen unos 
instintos maravillosamente primitivos. Las hemos emancipado, pero ellas siguen siendo esclavas en busca de dueño. Les gusta ser dominadas”. Y si les pagan todo, las dominan. Así de sencillo. 

Y entonces entre este tipo de mujeres que se dejan pagar todo, y que les gustan que les paguen todo, y las que cobran ¿cuál diferencia hay? Pues sencilla:. Que las que no cobran tienen la oportunidad de decidir qué hacer, si van más allá o no y si solo la “pasaron chévere” y se lo 'goterearon' de lo lindo. 

Pero para alguien que solo busca un momento, que va en busca de la ‘gozadera’, ¿qué le resulta mejor?:

Al final, si se analiza bien, cuando se invita a todo a una mujer se gasta en :taxis, comida, cóctel, cover de la disco, trago de la disco, comida después de la rumba,  (y si le va bien), motel, eso apróximadamente vale desde unos 260 a 380 mil pesos dependiendo de los lugares.  Pero y sí no tiene suerte, no solo pierde esa plática sino que además, se tuvo que aguantar toda la noche escuchar hablar a la mujer y fingir que le interesa, rebuscarse las frases precisas para "adobar" el amort y tratar de reírse,  tratar de hacer reír, contar las horas y al final quedarse con las ganas... mientras que con las otras son desde unos 150 a 500 mil pesos, pero  van a la fija y no se tiene que fingir nada, antes usted paga para que finjan. Cartagena encontró esa solución, le vende el paquete completo realmente, el todo incluido. Sin embargo no deja de ser lamentable todo esto que pasa con el ‘sexo turismo’, es lamentable, habla muy mal de un país. Lo peor es que después la gente se indigna porque en otros países hacen parodias sobre la mujer colombiana.

Aclaro que no estoy en contra de ninguna de estas dos clases de mujeres, no soy un misógino ni más faltaba.  Tampoco pretendo juzgar  ni nada de eso, es una simple reflexión y a la conclusión que llegué fue que no hay que buscar de ninguna de esas mujeres, ni de las que cobran ni de las que se dejan pagar todo.

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