Primero que todo, quiero agradecer de parte de toda mi familia, a todos ustedes los presentes y a todos aquellos que durante las últimas semanas han mostrado un incondicional apoyo en este momento tan difícil que hemos tenido que sortear. Si bien, no existe nada en el mundo que cure el dolor profundo que nos produce la partida de mi abuelo, pero sus manifestaciones de cariño, y su preocupación y buena energía, han sido un bálsamo que nos ha reconfortado.
Y sobre todo, porque podemos ver en los cientos de expresiones de afecto, en los cientos de mensajes y llamadas que llegaban sin parar a diario,el gran legado que deja Alfonso Bolaños Anzola.
Y es que hoy no se despide a cualquier persona. Hoy se despide a un personaje ilustre. Uno de esos que no nacen todos los días. Ya sé lo que piensan, ningún muerto es malo. Pero el que se va hoy, es extraordinario.
Y no solo porque logró ser uno de los grandes comerciantes que ha tenido este pueblo. Ni porque a su mando estuvo a nivel departamental el Club de los Leones, con el que realizó tantas labores humanitarias. Tampoco porque influyó en el desarrollo de la economía de Honda, generando empleo y creando empresa. Y además, fue uno de los miembros fundadores de la única universidad que tiene la cuidad de los puentes y miembro del cuerpo de bomberos.
No, todo eso es efímero si se le compara con su mayor cualidad: el don de gente. Por eso la mayoría de ustedes está aquí despidiendolo. Porque conocieron al hombre que fue capaz de construir un imperio desde cero. Al hombre que jamás renunció a un reto, el que supo siempre luchar por todo, y hasta el final, como lo hizo con esa terrible enfermedad que terminó por vencerlo.
Don Alfonso Bolaños, mi abuelo, fue una persona ejemplar desde todos los puntos de vista. Incluso en sus ultimos días, nos demostró lo que valía ese intachable y legendario compromiso que adquirió con mi abuela, el cual honrró durante largos 63 años.
Durante 82 años, Honda y su gente, y por supuesto nuestra familia, tuvimos la fortuna de conocer a un hombre irrepetible. Su carisma era tan superlativo, que en los mejores y peores momentos, siempre supo brillar de la mejor manera.
A nosotros nos enseñó todo lo que sabemos. A través de su ejemplo, hemos aprendido que el trabajo honesto y la perseverancia, siempre serán el mejor camino.
Cantador de rancheras, contador de historias, dueño de un gran sentido del humor y amante a los deportes, depositó una huella imborrable en nuestros corazones con su cariño y bondad desmedida.
Así que hoy, más que su partida, quiero que todos celebremos y honremos la vida de este hombre. De este hijo, hermano, esposo, padre, abuelo, tío y amigo. Quiero que hagamos un homenaje a su grandeza y prolonguemos su legado. Quiero que jamás olvidemos sus enseñanzas, porque si no lo hacemos. Porque si lo recordamos y lo honrramos, vivirá para siempre.
Jamás te olvidaremos viejo. Estarás siempre aquí con nosotros. Descansa en paz y ven a visitarnos de vez en cuando... porque por más que pase el tiempo... seguirás "unido a mi existencia y si vivo cien años, cien años pienso en ti".
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