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El despertar de Anastasia

Sabe que aún no es la hora de levantarse. Mira su celular, aguarda con ansias el sonido de su alarma. Se desespera. El tiempo pasa muy lentamente y ella quiere levantarse, pero no puede hacerlo hasta que su alarma suene. Al fin suena, se siente complacida, su desespero desaparece, se para de la cama y se dirige al baño.


Prende la luz y el baño se ilumina. Encuentra su rostro en el espejo. Es un día más de vida. Es un día menos de vida. Pronto cumplirá 30 años. Revisa sus mejillas llenas de pecas. Abre sus ojos y distingue sus pupilas. Todo está en orden, puede seguir con su ritual.

Suelta su pelo. Se desviste y luego se sienta en el inodoro. Se levanta y abre la ducha. Deja que el agua corra. Le gusta ver cómo comienza a salir el vapor cuando se calienta. Se mete y se moja. Eso la excita. Es muy temprano para consentir el frijol, pervertida, se dice así misma, y comienza a enjabonarse mientras piensa en su exnovio.

Regresa al cuarto con su cuerpo envuelto en una bata y allí están esperándola tres conocidos. La saludan. Ella a ellos también. "¿Qué tal queridos?, es tan temprano y ustedes por aquí, por eso es que los quiero tanto. Los necesito".

Prende la radio. Suena una 'rola' de Bowie. No la quiere escuchar, hoy no. Hoy está para algo más movido, para algo más de moda. Cambia la estación. Suena una de Ed Sheeran, le gusta. Comienza a secarse el pelo, y de repente cuatro conocidos más aparecen de la nada. "Vaya que me han sorprendido, es tan chévere saber que están pendientes de mí. Gracias, en verdad"

Suelta la bata y esta cae al piso. Su cuerpo está desnudo y su pelo despeinado. Le hace gracia verse así cuando encuentra su reflejo en un espejo que está en su cuarto. Decide abrir una ventana y se cerciora de que no puedan ver sino una parte de su pecho, justo donde comienzan sus abastecidos senos. Sonríe, mueve la cabeza de un lado a otro. Hace muecas, y de pronto tres docenas de conocidos aparecen para admírale. Se siente feliz y dichosa. Se siente muy querida.

Escoge qué ponerse. Pero está dudando más de lo normal. Abre otra ventana y pregunta a sus conocidos qué vestido elige. Cientos de ellos aparecen para ayudarle a elegir, pero las opiniones son divididas. Así que opta por un tercer vestido y los sorprende a todos, con el giro dramático de su decisión. Se siente independiente, segura y capaz.

Va a la cocina. Su gato duerme plácidamente encima del comedor auxiliar. Ella abre otra ventana y lo muestra a sus conocidos. "Miren, que gato tan perezoso... No quiere despertar". Sus conocidos reaccionan con frases de ternura. Ella se siente feliz nuevamente, no hay nada que haga que no les guste. Que buena es.

Mientras desayunaba discutió con varias conocidas, que fueron a su cocina, sobre las propiedades del alimento que estaba ingiriendo. "Esto es bajo en calorías. Este te da energía. Este es delicioso. Este es amargo, pero al final tiene buen sabor".



Va al garaje. Se monta en su carro. Con ella van varios a acompañarla a comprar ropa deportiva. No podía hacer ejercicio hoy sin comprarla. Era un deber hacerlo. Así que mientras manejaba hacia la tienda donde iba a comprar sus atuendos, discutía con los que la acompañaron sobre el color de los tenis y las camisas que debería elegir.

Una vez realizadas las compras regresa a casa. La acompañan cientos de personas. Ella no cabe de la dicha. ¿Cómo cabe tanta gente en su casa? ¿Cómo tanta gente la va a ver correr? Sale a correr y un ojo de cristal se posa sobre ella y sobre su recorrido. Corre durante 30 minutos y alcanza a recorrer 7 kilómetros. "Mi tiempo mejora", le dice a sus conocidos que la siguen a todas partes. Ellos la felicitan, la halagan. Ella se siente feliz, muy importante. Cree que su desarrollo atlético está inspirando a todos y está aportando al progreso de la humanidad. Se merece un premio por eso.

Regresa a la ducha. Ahora ya es más de medio día. No es tan temprano para tocarse. Lo hace. Se cerciora que ninguno de sus conocidos esté cerca y se acuesta en el piso. Abre la ducha solo para que salgan gotas y deja que cada gota que sale caiga directamente en su clítoris. Estalla de placer. Grita y ella misma se tiene que tapar la boca para que sus conocidos no la escuchen.
Cuando rosa el orgasmo piensa en su exnovio y siente que no tiene las piernas.

Vuelve a salir del baño. Torpemente se mojó el pelo y tiene que volver a secarlo. Abre una ventana y le cuenta a sus conocidos de su torpeza. Sus conocidos no pueden de la risa, no pueden creer su incompetencia. Se siente dichosa, pues hasta su torpeza es digna de administración.

En la tarde se dedica a cantar. Primero una 'rola' viejita, para complacer a los nostálgicos. Después una 'rola' de moda, para complacer a los que les gusta estar en la onda. Después una 'rola' poco conocida, para instruirlos a todos.

Toma su almuerzo a eso de las cuatro. Les cuenta a todos que muere de hambre. Les recomienda el lugar donde pidió el domicilio. Muchos la miran con deseos y ganas de comer lo mismo y entristecen un poco, pues saben que nunca podrán pagar por una comida así.

Termina de almorzar y toma un café. Un buen café para la llenura. Su gato sigue acostado en la mesa auxiliar. Ella ni se percata que no ha comido ni tomado agua en todo el día. 

Tras la digestión toma un libro. Y se los muestra a todos, página por página, para que le crean que está leyendo. Todos la felicitan. Ella se siente feliz. Pronto escribiré un libro también, piensa, uno que tenga mucho estilo y consejos para que todos sean tan exitosos como yo.

A las siete de la noche y después de leer y hablar y debatir sobre los romances adolescentes que tienen cuatro giros en la trama para luego recalar en un cliché sentenciado desde el principio de la lectura, pero que para ella merecen de toda su atención porque logran cautivarla de maneras indescriptibles y como nunca antes, decide que es tiempo de ver televisión. Pero antes de prenderlo la luz se va. 


Se impacienta. Se desespera. Su celular no tiene casi carga. Solo 5% de batería. Todos comienzan a desaparecer hasta no quedar ninguno. A nadie le puede contar su desgracia. Su celular se apaga. De pronto alza la mirada. Encuentra los ojos de su gato brillando en la oscuridad y descubre​ su soledad.
Pasan tres horas y la luz no llega. Una tormenta caía afuera desde dos horas y media antes. No podía salir. La soledad y su gato, lo único que la acompañan.  Todos sus conocidos han muerto con la carga de su celular. Se siente triste, sola. Piensa en su exnovio. "A eso se refería con que algún día iba a despertar", dice mientras busca un ojo invisible que la mire y un oído invisible que la escuche. Pero está sola.

La luz vuelve. Su celular se carga. Sus conocidos aparecen. Ella les cuenta su tragedia. Ellos no pueden creer cómo pudo sobrevivir a algo así. Se siente una mártir, se siente una heroína. Ellos la arropan, la consuelan. Y ella otra vez está segura, su casa está llena. Su soledad se ha ido y solo quedan su gato hambriento y sus miles de seguidores con ella.

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