Hace exactamente dos años, decidí dejar el periodismo después de pasar nueve largos años trabajando en tres medios diferentes (Claro, RCN TV y Univision).
Fue una decisión que llevaba tiempo gestándose, un deseo interno de renunciar a mi puesto como Productor de Contenido Digital en Univision, aunque debo admitir que me causó un conflicto interno considerable.
Siempre había soñado con escribir noticias y contar historias en grandes medios, con la esperanza de que mis textos, ya sean largos o cortos, llegaran a un gran número de personas.
Durante más de tres años después de graduarme como periodista, estuve involucrado en otro trabajo, lo que dificultaba salir de una industria tan difícil de ingresar y, sobre todo, de mantenerse en ella.
Pero la pandemia marcó un antes y un después en mi vida laboral. Me saturé de escribir noticias negativas.
Si bien antes de la pandemia ya tenía que informar sobre atrocidades, como el terrible caso de Marlén Ochoa Uriostegui, una mujer asesinada por dos mujeres que la estrangularon y le arrancaron a su bebé. Marlén, una joven de apenas 19 años, embarazada de 9 meses, buscaba ropa para su futuro bebé en una casa donde estas homicidas formaban parte de una red de tráfico de personas, en Chicago. Atraían a sus víctimas mediante falsas promesas de ayuda a madres de escasos recursos publicadas en Facebook.
También recuerdo la historia de Lisandro 'Junior' Guzmán-Feliz, un joven de 15 años que fue brutalmente apuñalado y macheteado hasta la muerte en una bodega del Bronx, Nueva York, confundido por miembros de una pandilla llamada Los Trinitarios.
Y no puedo olvidar la trágica muerte de una madre en el sur de California. Salía en las madrugadas a recoger latas y otros materiales para reciclar y poder pagar la universidad de su hija. Fue atropellada mientras hurgaba en una basura por un conductor que se dio a la fuga, dejándola tirada en la calle. Las autoridades afirmaron que si hubiera recibido atención médica a tiempo, se podría haber salvado. Pero el conductor escapó, dejándola agonizando durante mucho tiempo hasta que alguien se dio cuenta y reportó el incidente. Ese terrible suceso quedó registrado en video, y cada vez que recuerdo esa imagen, mi corazón se rompe en mil pedazos.
Ya era suficiente tener que lidiar con estas tragedias y luego tener que escribir sobre ellas, pero el COVID-19 llegó para empeorar las cosas.
Las noticias se convirtieron en una pesadilla. De cada 10 notas que escribía, 9 eran negativas. Todo lo que se informaba era desalentador, el número de muertes aumentaba de manera absurda día tras día, y pronto esos decesos se trataban como meros números. La crisis de cadáveres sin lugar donde ponerlos, los negocios que cerraban, los desalojos ilegales que se reportaban, el abandono masivo de mascotas, las personas atrapadas en cruceros durante meses con cadáveres debido a la imposibilidad de deshacerse de ellos, y otros hechos que preferiría olvidar, hicieron que deseara salir de ese ambiente y dedicarme a crear otro tipo de contenido.
Quería escribir cosas alegres, construir contenido que impactara de manera positiva en las personas y las hiciera un poco más felices. Quería usar mi talento para producir formatos o herramientas que les permita a las personas escapar un poco de lo atroz que resulta a veces habitar un mundo como este en el que hay un parque como Panaca, en donde la gente acaricia y alimenta diferentes animales y luego va a a un restaurante a comerse otros animales de la misma especie: todo ocurre en el mismo lugar, incluso muy cerca y frente de los otros animales. Es más, algunos hasta puede que no se laven las manos después de comer y luego van y toca a un animal untados del cádaver asado de otro animal de su tipo.
Pero más allá de esa utopía, lo que también quería era tener una vida laboral equilibrada y normal, que me permitiría tener una calidad de vida más tranquila. Anhelaba tener descansos adecuados, jornadas menos agotadoras, un nivel de presión y estrés más manejable, que me permitiera disfrutar de la vida cotidiana, sin desvelarme constantemente, y tener más tiempo para hacer otras cosas. Deseaba seguir conociendo a personas amables, respetuosas y pacientes, que no abusaran ni acosaran en el entorno laboral. Y así fue como decidí adentrarme en el mundo de la publicidad…
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